ARRABALDE EN LA NUBE… Y EN EL CORAZÓN.
05 DE ENERO DE 2020.-DOMINGO
EL TIEMPO EN ARRABALDE
Y SU ENTORNO
CONTENIDO: REFRANERO, LÉXICO, OCASIONALMENTE ALGÚN RELATO, UN MINUTO DE
POESÍA, FOTOS, EL TIEMPO Y COMUNICADOS SI LOS HAY, DE LA ASOCIACIÓN CULTURAL “CASTRO
DE LAS LABRADAS”.
ANTIGUO REFRANERO ESPAÑOL, FRASES Y
DICHOS: Por los Reyes conocen el día los bueyes, y por San Sebastián lo conoce
el gañán.
Refrán alusivo a la meteorología que nos informa del progreso de la luz
del día, que sigue avanzando poco a poco. La noche va perdiendo minutos de
forma que el seis de enero ya se nota levemente, y el día de San Sebastián, que
es el 20 de enero, ya quiere apuntar maneras.
La paremia necesita hacer uso de los
bueyes y del gañán para lograr la rima con Reyes y
con San Sebastián, y así conseguir un reforzamiento del dicho.
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LÉXICO ARRABALDÉS. Una sencilla
recopilación de los viejos dichos y palabras que se usaban en Arrabalde; muchas
de ellas restos del antiguo dialecto leonés; otras también usadas y compartidas
en la comarca de Benavente y los Valles o en la Valdería, muchas ya
desaparecidas y otras con tendencia a desaparecer. Y también algunas que solo
son simples localismos inventados en Arrabalde, fruto del ingenio de los
arrabaldeses. (Todo ello sin pretensiones didácticas, tan solo un recordatorio con el único propósito de
que no se olviden).
Decía Fray Luis de León: “La costumbre usada y
recibida hace que sea un primor y gentileza lo que en otra lengua y a otras
gentes paresciera muy tosco”
(Por lo tanto, no
despreciemos las palabras y costumbres recibidas de nuestros antepasados, ellos
las usaron y se entendieron, nosotros ahora las recordamos).
(Cada día definimos una palabra nueva, una
frase o un lugar de Arrabalde).- Hoy recordamos la palabra: ZARANDAJOS
Zarandajos.- Ropas muy gastadas o rotas por el uso
excesivo. Andrajos, harapos, farrapos, atropos.
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UN MINUTO DE POESÍA.-Espacio abierto a quien
desee publicar alguna de sus obras poéticas, tanto en verso como en prosa
poética. Puede hacerlo con su nombre o con seudónimo, o como prefiera. Los
envíos podéis remitirlos al correo:castrocelta@hotmail.com.
Hoy vamos a
leer un hermoso poema de RUBÉN DARÍO
dedicado a los tres Reyes Magos.
Los tres Reyes Magos
-Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso.
Vengo a decir: La vida es pura y bella.
Existe Dios. El amor es inmenso.
¡Todo lo sé por la divina Estrella!
Vengo a decir: La vida es pura y bella.
Existe Dios. El amor es inmenso.
¡Todo lo sé por la divina Estrella!
-Yo soy Melchor. Mi
mirra aroma todo.
Existe Dios. Él es la luz del día.
La blanca flor tiene sus pies en lodo.
¡Y en el placer hay la melancolía!
Existe Dios. Él es la luz del día.
La blanca flor tiene sus pies en lodo.
¡Y en el placer hay la melancolía!
-Soy Baltasar. Traigo
el oro. Aseguro
que existe Dios. Él es el grande y fuerte.
Todo lo sé por el lucero puro
que brilla en la diadema de la Muerte.
que existe Dios. Él es el grande y fuerte.
Todo lo sé por el lucero puro
que brilla en la diadema de la Muerte.
-Gaspar, Melchor y
Baltasar, callaos.
Triunfa el amor y a su fiesta os convida.
¡Cristo resurge, hace la luz del caos
y tiene la corona de la Vida!
Triunfa el amor y a su fiesta os convida.
¡Cristo resurge, hace la luz del caos
y tiene la corona de la Vida!
Rubén Darío
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Hoy, como es una noche especial, también publico
un relato corto, aún inédito, alusivo a los niños y a los Reyes Magos, escrito
por Irene Reyes-Noguerol.
No perdáis de vista a esta joven escritora, promete ser una relevante figura en el mundo de las letras.
Nació en Sevilla en 1997. Estudió Filología Hispánica y escribe desde los
doce años. Escritora de relatos y microrrelatos lleva ya treinta y nueve
premios en su haber. Entre ellos el Premio Literario Internacional “Saint
Paul’s School”, Concurso de Microrrelatos “El Brocense”, Certamen de Relato
Corto “Fundación Cardenal Cisneros”, Concurso de Relatos Cortos El Burgo de
Ebro, Certamen literario “Tito Simón”, Concurso de Cuentos “Noble Villa de
Portugalete”, Certamen literario del Ayuntamiento de Boadilla del Monte, y hasta
en dos ocasiones, recibió premios en el Concurso de Relato Corto del
Ayuntamiento de Camargo, el Certamen Joven de Narración “El Cuentacuentos” y el
Concurso de Cuentos “La Farándula.”
Con dieciocho años presentó su primer libro: Caleidoscopio. El primero que con toda
seguridad le abrirá un largo y fértil camino en el mundo de la literatura. No perdáis de vista a esta joven escritora, promete ser una relevante figura en el mundo de las letras.
DÍAS DE REYES
Qué hacer al enterarse. Dar un espectáculo o reconocerlo mansamente, serenamente, como
si fuéramos ya adultos, asumir que se nos desbordan mejilla abajo los niños que somos, niños con pecas o con barro en las manos o con aparatos dentales, niños con nueve, once, a veces trece años, y estos son los más lindos,
los inocentes, los puros, los intocables, niños grandes con cambios en la voz y espinillas, niños que montan en
bicicleta y van al instituto y saben tan poco de todo, tan poco de nada, niños que aún se levantan temprano el seis de enero, se
despiertan de amanecida,
sonríen entre las sombras que ya quieren irse, suspiran de emoción bajo las sábanas, corren de puntillas sobre el suelo tan frío para los pies descalzos, llegan al cuarto grande, ¡papá, mamá,
han venido los Reyes!
Aceptamos porque hay que aceptar, porque es lo que se hace, porque es lo que se espera de nosotros, pero cómo dar la razón ahora a nuestros compañeros de clase, a nuestros amigos que ya nos lo decían, que ya nos lo advertían hace tiempo, pequeños profetas a los que la ilusión les duró poco. Y cómo reconocer que todo es mentira, que hemos vivido engañados, cómo pronunciarlo en voz alta, verbalizar esta tragedia que sin
embargo nos sabe a dulce, la paladeamos como algodón de azúcar porque va firmada por la sonrisa de nuestros padres, sonrisa cansada y a medio hacer a las ocho de la mañana, recién salida del horno, cálida y blanda como una hogaza.
Para qué guardar rencor si la ilusión
se nos ha vuelto ternura, si el corazón inquieto y
los bombones y los tres vasos de leche para los camellos son ahora tradiciones dulces,
costumbres y nervios que son y
no quieren ser fingidos, los zapatos de lucir aún bajo el árbol y sus
luces titilantes de oro, los tacones y el
charol todavía
a la espera
de despertar llenos de caramelos, todavía casi queriendo temblar de emoción, levantarse de la alfombra y gritar que todo sigue siendo cierto,
que
esta infancia que ya nos queda sujeta por alfileres aún no se ha ido, aún el niño al que vamos soltando de la mano está en nosotros, no nos abandona, se queda pequeño, inocente, quietecito en nuestros hombros,
se apoya en la clavícula, observa el mundo,
nos acompaña siempre.
Lo vemos en verano, en vacaciones en Navidad, en la mañana de Reyes que suena a bicicletas por el parque y huele a juguetes nuevos. Lo encontramos en las mochilas
nuevas para
el
segundo trimestre, todas brillantes, explosiones de color y de dibujos que algún día nos gustaron, mirapapá, miramamá, miraseño, Pedro,
Margarita, Alfonso, mirad lo que me han traído, lo que pedí en la carta, con Goku o con la Cenicienta y todo, mirad qué chula, cómo rueda, cuánta purpurina, qué envidia les voy a dar a los de la clase, mirad,
mirad, tiene un bolsillo oculto para
esconder secretos,
para esconder tesoros encontrados en el patio o en la calle de vuelta a casa, un botón, un cromo, una pinza, una hoja mordisqueada, descubrimientos valiosos como diamantes tocados de misterio, posesiones que no tienen precio o que se venden en el
recreo a cambio de otras
–una canica, un trébol, la cabeza de una Barbie-, adquisiciones cruciales que se vuelven
a esconder en el bolsillo y regresan con la maleta a clase, a la aventura, a la esperanza, entran en el aula con toda su ilusión a cuestas, ese traqueteo de barrio, ese deslizarse cotidiano de las ruedas sobre el asfalto.
Hallamos al niño sin esperarlo, lo reencontramos un día cualquiera (pero especialmente el seis de enero), de repente nos sorprendemos envidiando los juguetes de nuestros
primos pequeños y ahí está, ya apareció, volvió a asomar la naricilla curiosa de duende
entre los pliegues de nuestra bufanda. Almorzamos juntos en casa de los abuelos y sin
aviso renace, nos creíamos maduros en la mesa de los mayores y al ver cómo los otros desenvuelven esa muñeca tan bonita o ese circuito de carreras salta el niño ilusionado, nos
hace chispear los ojos, nos obliga a disculparnos con los adultos porque dejamos nuestro nuevo asiento para
regresar
al
que nos pertenece, al de la mesa pequeña
que nos mira con interés y con recelo porque estamos entre dos mundos, parece que crecemos y sin embargo esos coches tan rápidos,
esa muñeca tan linda.
Volvemos al niño no como quien termina un largo viaje, no somos Ulises y tanto mar,
tanto tiempo, tanto vacío en las espaldas, sino que miramos atrás como al otro lado de un escaparate,
se nos esfuerza la nostalgia en tocar lo que
ya se ha ido y se nos queda en ganas, no en impotencia, en ganas suaves de recuperar lo que ya no es nuestro. De qué manera podemos asumirlo y continuar viviendo, jugando, fingiendo ante nuestros primos, cómo aceptar este pedazo de infancia que nos ha sido arrebatado sin quejas ni dolores, voluntariamente, quizás nosotros mismos hayamos dado el empujón definitivo porque a pesar de todo asumimos,
aceptamos, reconocemos sin lamentos que el niño es caduco, en su lozanía envejece sin arrugas, se va haciendo cada vez más pequeño, más accesorio, más prescindible
hasta quedarse minúsculo, es un gnomo, un elfo, una miniatura en recuerdo de quienes fuimos y aún somos.
Porque el niño
aún vive en nuestro cuarto.
Dejamos que otee el horizonte y nos aconseje desde la cenefa de ositos, la colcha de princesas, los muñecos de series que ya no deberían gustarnos y
sin embargo nos gustan, a quién le importa. Abrazamos al niño en nuestros peluches, nuestros pijamas con dibujos, nuestros libros infantiles,
los cuentos y
novelas que hemos querido conservar como reliquias de lo que no va a volver, jirones
de ternura esparcidos sobre
caballeros, piratas, monstruos, sobre ilustraciones en las que el polvo se acumula
y se acomoda con los años, se hace espeso y dorado en el canto de las páginas que ya no pasamos pero que aún están, celebramos su presencia sin saberlo, les rendimos honores en este mundo adulto y veloz y caótico que se nos viene encima porque dejamos que nos acompañen, caen sobre nuestros párpados como lluvia cálida tantos Peter Panes, tantas Caperucitas, tantos conjuros mágicos que nos han moldeado desde siempre. Somos los tréboles de cuatro hojas, los calderos al final del arcoiris, los centauros, los cabritillos, las sirenas, los bosques prohibidos, las grutas de las
maravillas, las contraseñas secretas, los lenguajes en clave, los dragones dormidos a la espera de despertar de nuevo en tierras en las que todo es posible si así se desea, donde la enfermedad no existe ni hay heridas sino las que sanan ungüentos de brujas y palabras de magos, donde la muerte es sólo un pretexto para continuar jugando.
Volver atrás es un sueño, una ilusión difusa entre esta niebla que no permite avanzar ni retroceder, niebla de frontera con un rostro mirando a cada lado, bifrontes, con un pie apenas posado en cada patria, niebla espesa que impide decidir, niebla translúcida de contorno indefinido.
No reconocemos quiénes somos, cruzamos un puente sin retorno a Nunca Jamás y a ese país de los niños que se nos quedan perdidos, acaso regresen a mirarnos desde lejos como un susurro en Navidad o en días infinitos de verano, pero no hay más, estiramos los dedos y sólo nos llega su aliento, su voz pequeña, su aura de cristal.
Imposible continuar también nosotros tan desprotegidos, seguir caminando a tientas sin este miembro inocente que nos han quitado y ni siquiera sangra, tan discreto, no sangra pero existe. Quiere latir donde ya no puede esta infancia de extremos, tozuda, hirviente,
que se nos queda desértica, le desaparecen los márgenes, va adoptando las texturas del recuerdo, poco a poco y sin saber por qué la inercia de los años deja de forzar sus luchas vanas.
Sin saber por qué comenzamos a engañar con gusto a nuestros primos, les ayudamos a escribir cartas al Polo Norte y al Cielo –la letra torpe, temblorosa e ilusionada de todos
los niños del mundo-, envolvemos paquetes como vistiendo esperanzas nuevas, nos
acostumbramos al papel de regalo y a la cinta adhesiva, a montar el Belén y el árbol, a decorar la casa también para nosotros, que nunca nos permitimos habituarnos al tedio adulto. Les enseñamos los villancicos con los que hemos crecido,
les hablamos de magia y de trompetas invisibles que anuncian lo que llega el seis de enero, nos
emocionamos de puro nervio junto
a ellos, qué brillo en la mirada, qué luz en la sonrisa,
soles tan breves y aun así tan intensos, deseosos de
vivir como quien conoce
su mortalidad, como quien es consciente de que todo se apaga.
Los llevamos o nos llevan de la mano a la cabalgata, a coger caramelos, que probablemente no comamos, chillan o enmudecen con la llegada de Baltasar, ¡mira, mira, es mi preferido y es el último!, se quedan pensativos cuando ya no hay más
carrozas, vuelven a casa en silencio, unos pasos por delante, sumidos en reflexiones y misterios todavía sin respuesta, todavía insondables y niños, perdidos
en mundos infinitos de fantasía que también con el tiempo dejarán de ser suyos y pasarán a otros que
despertarán temprano con los pies fríos, el alma amanecida, y correrán al cuarto
grande donde
por fin se duerme después de colocar tantos paquetes, de volver a guardar
la leche, de comerse los bombones, gestos cansados y dulces de madrugada, guiños
somnolientos que merecen la pena porque así todo continúa, todo sucede de nuevo, los niños
de ayer y de hoy se calzan las zapatillas, se ponen las batas, llegan de la mano y
en
tropel al salón y
al
fin gritan, murmuran, sonríen –tanta luz tan breve- ¡papá,
mamá, han venido
los Reyes!
Irene
Reyes-Noguerol (inédito)
FOTOS DE
AYER Y DE HOY: Fotos del Belén de Ramón, en Alcubilla de
Nogales.
Lo
hace todos los años y todos de forma diferente. Su originalidad y la categoría
de sus figuras, así como el montaje y recreación ambiental hacen que cada Navidad
sorprenda a cuantos lo visitan. Está en la calle Eras nº 6 en Alcubilla de
Nogales. Lo podéis visitar todas las tardes, os lo mostrará encantado.
EL TIEMPO EN ESTE DÍA QUE PASÓ:
TEMPERATURAS REGISTRADAS HOY:
Mínimas: -3º
Máximas: 8º
TEMPERATURA Y DATOS
REGISTRADOS A LAS 24,00 HORAS DE HOY: El
termómetro señala -1º
Estado del cielo:
Cielos despejados.
Viento: Sopla del Oeste con velocidad de 5 km/h.
Humedad relativa: 74%
Presión atmosférica: 1029 hPa
Sensación térmica: -3º
QUÉ TIEMPO TUVIMOS HOY: Cielos mayoritariamente
despejados durante todo el día. Fuerte helada nocturna, aunque no tanto como
estos días pasados, y temperaturas muy bajas en general.
ESTO ES LO QUE SE ANUNCIA PARA MAÑANA:
LLUVIA: 20%. Los pronósticos no
señalan lluvia.
CANTIDAD DE AGUA QUE PUEDE CAER: 0 litros/m2.
NUBES 40%: Cielos despejados hasta las 04 horas; poco nubosos hasta
las 7 y con intervalos nubosos de escasa intensidad el resto del día.
Se esperan nieblas nocturnas, durante la madrugada y
primeras horas de la mañana.
VIENTO: Soplará entre 2 y 5 Km/h.
TEMPERATURAS: Las previsiones en la página de la AEMet para Arrabalde
señalan -5º de mínima y 5º de
máxima. Tendremos un día frío.
PREVISIÓN
Y AVISO DE TORMENTAS: No se esperan tormentas.
COTA
DE NIEVE: Sin
registros.
SOL: Saldrá a
las 8,52 horas; por
la tarde se pondrá a las 18,07 horas.
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