ARRABALDE, 15-11-15.-DOMINGO
REFRANERO, LÉXICO,
NOTICIAS O CURIOSIDADES, UN MINUTO DE POESÍA Y FOTOS
ANTIGUO REFRANERO ESPAÑOL.- Cuando el necio va, ya de vuelta el listo está.
LÉXICO ARRABALDÉS. Una sencilla recopilación de las viejas
palabras que se usaban en Arrabalde; muchas de ellas restos del antiguo
dialecto leonés; otras usadas en la comarca de Benavente y los Valles y en la
Valdería, muchas ya desparecidas y otras con tendencia a desaparecer. Y otras
simples localismos inventados en el pueblo fruto del ingenio de los
arrabaldeses. (Todo ello sin pretensiones didácticas, tan solo un
recordatorio con el único propósito de que no se olviden).
(Cada
día una palabra o un lugar nuevos): Hoy recordamos la palabra “ARRODADERO”.
Arrodadero:
Instrumento
agrícola consistente en un bastidor de madera, de forma rectangular, con varas convenientemente
entrelazadas que se empleaba para mullir la tierra, romper los terrones e
igualarla.
Había dos modelos, el construido con varas entrelazadas y otro que
era más compacto y moderno, que llevaba clavadas en los listones de madera unas
pletinas de hierro, de unos 10 cm de largo que, a modo de cuchillas, cortaban los terrones además de mullir la tierra e igualarla. Se usaban arrastrados por
una pareja de animales de tiro con el labrador puesto de pie sobre el mismo.
Incluso se solían poner sobre ellos piedras robustas y voluminosas, para que
pesaran más y rompieran mejor los terrones. Ambos los construían los
carpinteros.
Detalle del arrodadero con las varas entrelazadas.
Arrodadero de pletinas visto por su parte inferior. En el lateral derecho se ven las anillas donde se enganchaban las cadenas con las que los arrastraban los animales de tiro.
Vista de la parte superior del arrodadero.
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EL PULSO DEL TIEMPO:
Tiempo que
llevamos de OTOÑO: 54 días.
Tiempo que
falta para la llegada del INVIERNO: 35 días.
Esta estación durará 89 días y 20 horas, y terminará
el 22 de diciembre con el comienzo del invierno.
TEMPERATURAS REGISTRADAS HOY:
Mínimas: 3º
Máximas: 13º
Temperatura registrada a las 24,00 horas de hoy: 6º; los
cielos a esta hora están cubiertos y el viento en calma
Humedad relativa: 96%.
Presión atmosférica: 1027 hPa
Predicciones
para mañana día 16 de noviembre:
Las
predicciones señalan cielos cubiertos
hasta las 13 horas; poco nubosos hasta las 16; despejados hasta las 22 y cubiertos el
resto del día.
Previsión de temperaturas: Se pronostican mínimas de
4º y máximas de 12º.
Lluvia: Para mañana no hay previsión de lluvia.
Tormentas: No
Luna: Cuarto creciente
el día 19
Viento: Soplará entre 4 y 7 km/h, pero
estará en calma hasta bien avanzada la tarde.
Cota de nieve: Sin datos. Arrabalde está a 776 m. de altitud y el punto más alto de la sierra a 990 m. sobre el nivel medio del mar en
Alicante.
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UN MINUTO DE POESÍA.- (Espacio abierto a
quien desee publicar alguna de sus obras poéticas, tanto en verso como en prosa
poética. Puede hacerlo con su nombre o con seudónimo, como prefiera. Los envíos podéis
remitirlos al correo castrocelta@hotmail.com).
Hoy
vamos a recordar a NICANOR PARRA
SANDOVAL, un veterano poeta chileno nacido en 1914, que además fue
matemático y físico, y cuya obra ha tenido una gran influencia en la literatura
hispanoamericana. Está considerado como uno de los mejores poetas de occidente
y entre otras distinciones ha recibido el Premio nacional de Literatura (1969) y
el Premio Cervantes (2011).
Este
es uno de sus innumerables poemas; no os importe que sea un poco largo, leedlo
despacio y disfrutar de él pues sus versos, reflexivos e intensos, dicen mucho.
Hay
un día feliz
A recorrer me dediqué esta tarde
las solitarias calles de mi aldea
acompañado por el buen crepúsculo
que es el único amigo que me queda.
Todo está como entonces, el otoño
y su difusa lámpara de niebla,
sólo que el tiempo lo ha invadido todo
con su pálido manto de tristeza.
Nunca pensé, creédmelo, un instante
volver a ver esta querida tierra,
pero ahora que he vuelto no comprendo
cómo pude alejarme de su puerta.
Nada ha cambiado, ni sus casas blancas
ni sus viejos portones de madera.
Todo está en su lugar; las golondrinas
en la torre más alta de la iglesia;
el caracol en el jardín; y el musgo
en las húmedas manos de las piedras.
No se puede dudar, este es el reino
del cielo azul y de las hojas secas
en donde todo y cada cosa tiene
su singular y plácida leyenda:
hasta en la propia sombra reconozco
la mirada celeste de mi abuela.
Estos fueron los hechos memorables
que presenció mi juventud primera,
el correo en la esquina de la plaza
y la humedad en las murallas viejas.
¡Buena cosa, Dios mío!, nunca sabe
uno apreciar la dicha verdadera,
cuando la imaginamos más lejana
es justamente cuando está más cerca.
Ay de mí, ¡ay de mí!, algo me dice
que la vida no es más que una quimera;
una ilusión, un sueño sin orillas,
una pequeña nube pasajera.
Vamos por partes, no sé bien qué digo,
la emoción se me sube a la cabeza.
Como ya era la hora del silencio
cuando emprendí mi singular empresa
una tras otra, en oleaje mudo,
al establo volvían las ovejas.
Las saludé personalmente a todas
y cuando estuve frente a la arboleda
que alimenta el oído del viajero
con su inefable música secreta
recordé el mar y enumeré las hojas
en homenaje a mis hermanas muertas.
Perfectamente bien. Seguí mi viaje
como quien de la vida nada espera.
Pasé frente a la rueda del molino,
me detuve delante de una tienda:
el olor del café siempre es el mismo,
siempre la misma luna en mi cabeza;
entre el río de entonces y el de ahora
no distingo ninguna diferencia.
Lo reconozco bien, éste es el árbol
que mi padre plantó frente a la puerta
(ilustre padre que en sus buenos tiempos
fuera mejor que una ventana abierta).
Yo me atrevo a afirmar que su conducta
era un trasunto fiel de la Edad Media
cuando el perro dormía dulcemente
bajo el ángulo recto de una estrella.
A estas alturas siento que me envuelve
el delicado olor de las violetas
que mi amorosa madre cultivaba
para curar la tos y la tristeza.
Cuánto tiempo ha pasado desde entonces
no podría decirlo con certeza;
todo está igual, seguramente,
el vino y el ruiseñor encima de la mesa,
mis hermanos menores a esta hora
deben venir de vuelta de la escuela:
¡sólo que el tiempo lo ha borrado todo
como una blanca tempestad de arena!
A recorrer me dediqué esta tarde
las solitarias calles de mi aldea
acompañado por el buen crepúsculo
que es el único amigo que me queda.
Todo está como entonces, el otoño
y su difusa lámpara de niebla,
sólo que el tiempo lo ha invadido todo
con su pálido manto de tristeza.
Nunca pensé, creédmelo, un instante
volver a ver esta querida tierra,
pero ahora que he vuelto no comprendo
cómo pude alejarme de su puerta.
Nada ha cambiado, ni sus casas blancas
ni sus viejos portones de madera.
Todo está en su lugar; las golondrinas
en la torre más alta de la iglesia;
el caracol en el jardín; y el musgo
en las húmedas manos de las piedras.
No se puede dudar, este es el reino
del cielo azul y de las hojas secas
en donde todo y cada cosa tiene
su singular y plácida leyenda:
hasta en la propia sombra reconozco
la mirada celeste de mi abuela.
Estos fueron los hechos memorables
que presenció mi juventud primera,
el correo en la esquina de la plaza
y la humedad en las murallas viejas.
¡Buena cosa, Dios mío!, nunca sabe
uno apreciar la dicha verdadera,
cuando la imaginamos más lejana
es justamente cuando está más cerca.
Ay de mí, ¡ay de mí!, algo me dice
que la vida no es más que una quimera;
una ilusión, un sueño sin orillas,
una pequeña nube pasajera.
Vamos por partes, no sé bien qué digo,
la emoción se me sube a la cabeza.
Como ya era la hora del silencio
cuando emprendí mi singular empresa
una tras otra, en oleaje mudo,
al establo volvían las ovejas.
Las saludé personalmente a todas
y cuando estuve frente a la arboleda
que alimenta el oído del viajero
con su inefable música secreta
recordé el mar y enumeré las hojas
en homenaje a mis hermanas muertas.
Perfectamente bien. Seguí mi viaje
como quien de la vida nada espera.
Pasé frente a la rueda del molino,
me detuve delante de una tienda:
el olor del café siempre es el mismo,
siempre la misma luna en mi cabeza;
entre el río de entonces y el de ahora
no distingo ninguna diferencia.
Lo reconozco bien, éste es el árbol
que mi padre plantó frente a la puerta
(ilustre padre que en sus buenos tiempos
fuera mejor que una ventana abierta).
Yo me atrevo a afirmar que su conducta
era un trasunto fiel de la Edad Media
cuando el perro dormía dulcemente
bajo el ángulo recto de una estrella.
A estas alturas siento que me envuelve
el delicado olor de las violetas
que mi amorosa madre cultivaba
para curar la tos y la tristeza.
Cuánto tiempo ha pasado desde entonces
no podría decirlo con certeza;
todo está igual, seguramente,
el vino y el ruiseñor encima de la mesa,
mis hermanos menores a esta hora
deben venir de vuelta de la escuela:
¡sólo que el tiempo lo ha borrado todo
como una blanca tempestad de arena!
Nicanor Parra
FOTOS DE AYER Y DE HOY.-
Días grises y de niebla en Arrabalde.
Nieblas y frío, con el pueblo dormido al fondo.
La arboleda desnuda.
Caminos tristes y vacíos, que parecen no llevar a ninguna parte.
El único habitante del árbol, guardián de los caminos y dueño del espacio.
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