ARRABALDE, 27-08-15.-JUEVES
REFRANERO,
LÉXICO, NOTICIAS O CURIOSIDADES, UN MINUTO DE POESÍA Y FOTOS
ANTIGUO REFRANERO ESPAÑOL.- Francesa cortesía,
todo es falsía.
LÉXICO ARRABALDÉS. Una sencilla recopilación de las viejas palabras
que se usaban en Arrabalde; muchas de ellas restos del antiguo dialecto leonés
y otras simples localismos inventados en el pueblo, de todas las cuales algunas
aún se utilizan. (Todo ello sin pretensiones didácticas, tan solo un recordatorio
con el único propósito de que no se olviden).
(Cada
día una palabra o un lugar nuevos): Hoy recordamos la palabra “REMEJER”
Remejer: Remover,
revolver, dar vueltas a algún líquido, remezclar. “Voy un momento hasta la cueva a remejer
un poco el vino”
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EL PULSO DEL TIEMPO:
Tiempo que
llevamos de VERANO: 67 días.
Tiempo que
falta para la llegada del otoño: 26 días.
(El verano comenzó el domingo 21 de junio a
las 18h 38m hora oficial peninsular. Esta estación durará 93 días y 15 horas, y
terminará el 23 de septiembre con el comienzo del otoño).
Qué día tuvimos hoy: La noche estuvo fresca,
la mañana nubosa y la tarde con nubes y claros.
Temperaturas
registradas hoy: Mínimas: 15º. Máximas: 27º
Temperatura registrada a las
24,00 horas de hoy: 18,3º; los cielos a esta hora están limpios y despejados. Sopla viento del suroeste
con velocidad media de 11 km/h.
Estas
son las predicciones para mañana:
Cielos
despejados hasta las 8,00 horas
aproximadamente; poco nubosos de 9 a
11 y despejados el resto del día.
Previsión de temperaturas: Se esperan mínimas de
13º
y máximas de 31º.
Lluvia: No
El viento soplará entre 7 y 11 km/h.
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UN MINUTO DE POESÍA.- (Espacio abierto a
quien desee publicar alguna de sus obras poéticas, tanto en verso como en prosa
poética. Puede hacerlo con su nombre o con seudónimo, como prefiera. Los envíos podéis
remitirlos al correo castrocelta@hotmail.com)
Hoy,
con motivo de las fiestas de Villaferrueña y de los actos culturales que se
llevan a cabo en dicha localidad, tuvo lugar en el salón del Ayuntamiento la
presentación de dos libros por sus autores, a saber: EL HABLA DEL VALLE DEL ERIA (VILLAFERRUEÑA), por su autor Victorino
Fernández Domínguez, y LA VIDA
COTIDIANA EN EL PÁRAMO LEONÉS a mediados del siglo XX, por su autor Francisco
Ramón Ramón.
En la
amena charla que tuvimos con ellos y hablando de las viejas palabras, muchas de
ellas ya olvidadas, con las que nos comunicábamos en el día a día allá a
mediados del siglo pasado, les sugerí el vocablo “MAZACULOS”, sorprendiendo a Victorino, que no lo tenía recogido, y
no así a Francisco (Paco), que si lo
tiene reseñado en su libro. Esta palabra
ya la pusimos en su día en el apartado: ”LÉXICO ARRABALDÉS” y os recuerdo lo que significa:
MAZACULOS: Acción que consistía
en golpear a alguien su culo (los glúteos) de forma repetida contra el suelo,
pero sin hacerle daño.
Pues bien, hoy, en este apartado de
poesía, voy a poner la que en su día le dedicó a esta vieja costumbre nuestro
paisano, desgraciadamente ya fallecido, HORACIO
GARCIA DE LA FUENTE.
Es un poco larga pero merece la
pena; no perdáis detalle que no tiene desperdicio:
LOS
MAZACULOS
¡Arrabalde querido,
yo te saludo!
Por sacar del olvido
a lo que aludo,
mi pluma tomo,
y a principios del siglo
veinte me asomo.
Lo hago por recordarte
la circunstancia
de los mozos de entonces
y su arrogancia,
tan consentida
como por las mocitas
era querida,
que ellas, aún siendo puras,
no desdeñaban
aquellas manos recias,
que rebuscaban,
que peor fuera
que las vieran de lejos,
sin ir siquiera.
Durante la Cuaresma
con su abstinencia,
les llegaba a las chicas
su penitencia.
Y era pesada:
eran los mazaculos.
¡Ahí es nada!
Eran doce contactos
con el trasero
contra el suelo o una piedra
al retortero,
que era de risa
ver a cualquier mocita
de aquella guisa.
El simbolismo ignoro
de ese guarismo;
más por culada menos
daba los mismo;
tenían a gala
solo sobar las cachas
de la chavala.
Cogida por los brazos
y por las piernas,
posaban intrigantes
sus nalgas tiernas.
Cuando lo hacían,
las quejas de la joven
nada valían.
Y no podía impedirlo
la interpelada,
porque iba a ser entonces
más manoseada:
quedarse quieta,
cubrir sus desnudeces
y reír coqueta.
Los chicos en cuadrillas
la calle andaban
y a las pobres chiquillas
las acosaban:
¡la que caía,
a tapar sus encantos
cuando podía!
Generalmente obraban
así los mozos,
porque de ello sacaban
risas y gozos.
¡Y acaso amores,
si en su rebusco hallaban
otros valores!
Siempre llegaban antes
los achuchones,
y, si a mano venían,
los revolcones,
que libido era
lo que ligado estaba
con esta esfera.
No le importaba mucho
a las labriegas
que de sus nalgatorios
fueran las bregas.
Ellos cuidaban,
y, al tundirlas con tiento,
no las mancaban.
Es más, aunque batieran
con energía
su invicto tafanario
no les dolía,
que eran escudos
sus abultados glúteos,
tan rebolludos.
Pero paso adelante
muy satisfecho,
pues de aquella algazara
sigo al acecho,
y aún queda mucho,
que es la voz de un anciano
la que ahora escucho.
Voz que resumir quiero
en dos brochazos:
tuvieron aquiescencia,
también rechazos,
siempre fue chanza,
mas se acababa el tiempo
de su bonanza,
que al clero no gustaban
los mazaculos,
y que no perdonaban,
corrieron bulos,
a sus autores,
que eran considerados
cual malhechores.
Y era tan firme en esto
nuestro buen Cura,
tan tenaz y tan terco
en su postura,
que nos adarva
que no hubiera en el sexto
materia parva.
¿Y no iba a ser pecado
tal manoseo
si lo era el dicho, el hecho
y aún el deseo?
¡Claro que lo era,
y, si alguien discrepaba,
que lo dijera!
La alegre muchachada,
aunque no quieras,
algo se propasaba
de broma o veras,
y ello cundía,
y algún tanto afectaba
a la armonía.
Nunca la vista sobra
y, en ocasiones,
nuestro quehacer zozobra
sin sus lecciones,
y así ocurría
cuando la rapazada
intervenía.
Alguna queja cierta,
y otras no tanto,
el caso que el invento
perdió su encanto.
Siempre había riesgo
de que algún pinchaúvas
lo viera al sesgo.
El pueblo religioso,
sobrio y de peso,
pronto dejó en reposo
al bello sexo:
les preguntaban,
y había mazaculos
si lo aceptaban.
Bueno, cierto descuido
hizo que un día
“in púbiris” se viera
la anatomía
de una zagala,
que, dicho sea de paso,
no estaba mala.
Mas denunció la injuria
con muchos bríos,
e intervino la Curia
y hubo sus líos.
Y desde aquella
los mozos no quisieron
ya más querella.
Ya les quedaban libres
calles y plazas
para su buen gobierno
a las rapazas.
Juntos pensaron
que no valía la pena,
y las dejaron.
La chica que en porreta
quedó aquel día,
y, como consecuencia,
denunciaría,
ya no hubo lila;
de ella decían los mozos:
“Que le den tila”
Y a cambiar la peseta
tuvo que irse
a otro pueblo cercano,
por no pudrirse,
y el nombre omito,
que a contar lo ocurrido
yo me limito.
Aunque fue una costumbre
muy arraigada,
con los tiempos cambiantes
no quedó nada.
Duró lo justo:
hoy tal vez propiciara
algún disgusto.
Sobre su tumba,
ni el aire del recuerdo
vemos que zumba.
Horacio García de la Fuente
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